viernes, 31 de diciembre de 2010

Nochevieja

Y a medianoche morderemos la uva
y estallará en las dos bocas
su jugo,
que tragaremos como al pasado,
y su sabor,
que nos prolongará al futuro,
como el perfume de una vela
que aún no ha ardido.
____________________________


¡Feliz 2011!
:-)

martes, 28 de diciembre de 2010

Yo lo vi

Yo lo vi. Muchos que también iban no lo vieron. Pero pronto lo verán. Otros no lo buscaron porque no quisieron, pero un día se lo encontrarán, aunque no se lo crean. A otros que iban a verle se les perdió entre tantos brillos, debajo de cualquier precio, tapado por retales de papel de regalo. Pero a la vista está de todos los ojos, verdes, marrones y azules. Yo lo vi. Su padre lo tenía acunado en los brazos, y lo mecía rápido, para que se riera. Y él se reía sin parar, a carcajadas, esas frescas carcajadas con las que irradian alegría los que llevan pocos días en el mundo, esas carcajadas que cuando las oyes no quieres que terminen nunca. Por eso me acerqué. Sus risas parecían notas musicales magnéticas que atraían como sin poder evitarlo, como si la voluntad se le rindiera. Su madre, le hacía cucamonas y lo miraba con tanta dulzura... y luego alzaba los ojos para mirar con complicidad al padre, a cuya cintura se abrazaba. Él entonces apartaba la mirada del pequeño y buscaba la de ella, y ambos coincidían en sus gestos, moviéndose con graciosa simetría. En esos momentos el niño les miraba amorosamente a los dos, aunque ellos no se daban cuenta. Él tenía la vida en su mirada y una promesa en sus labios. Yo lo vi, y para verlo, tuve que cerrar un poco los ojos y abrir el corazón. En medio de la luz blanca estaba él. Me sonrió. Le sonreí. Yo lo vi y sé que él también me vio.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Verdaderamente

Cuando en Amor decimos nunca,
casi siempre queremos decir después.
______________________

lunes, 20 de diciembre de 2010

El aguilando

Las puertas de la casa de la tita se abrían y poquito a poco iban llegando los miembros de la familia, como el agua que, gota a gota, moja la tierra y hace vivir al olivo, para que no se seque. Así volvía cada año la Nochebuena de toda la vida, a las nueve de la noche, cuando las paredes de los tres cerros dejaban de devolver al pueblo los metálicos ecos de las panderetas, compañeras imprescindibles en nuestra tarde de villancicos. Para los niños en realidad la Nochebuena empezaba antes, cuando las mamás nos arreglaban para ir con los demás primos a cantar puerta por puerta el Ande, ande, ande..., que cuando nos daba por variar se convertía ni más ni menos que en Campana sobre campana... Todo un clásico del pueblo.

Veíamos el portal de Belén que ponían en la plaza -ahora cada vez más cutre- y alguno pisaba la paja para coger un caramelo. Nos poníamos nerviosos por si nos veían los municipales; creo que intuíamos que eso era robar... Dábamos muchas vueltas por el pueblo, porque éramos bastantes y había que sacar más monedas para tener más que repartir. Pero no éramos nada tontos: había casas en el camino marcadas con rojo, pues sabíamos que a las de los más conocidos no podíamos faltar, porque nos soltarían más. Está claro: un trabajo perfectamente planificado, en equipo, y que suponía compartir para poder repartir. Todos contentos. Es verdad que no todo era dinero. A cualquiera nos gustaba que nos trataran bien, y por eso cuando dábamos con un vejete cascarrabias, al echarnos podía ser que golpeáramos su puerta para darle la lata o le pulverizáramos espuma blanca en la ventana; era el castigo de los insensibles. También es cierto que no nos gustaba mucho que nos dieran polvorones -con el frío que hacía, tú cantando, golpeándote la mano con una pandereta de plástico duro, ¿y todo para atragantarte con un polvorón? ¡pues sí hombre!- pero eso era distinto, porque la mujer que llevaba la bandeja te los ofrecía con toda la amabilidad del mundo, y eso se agradecía.

Cualquiera que lea hasta aquí podría correr el riesgo de pensar que éramos bastante materialistas, pero no hay que extrañarse, nos estábamos haciendo: todo lo explica la edad. En realidad éramos solamente niños, y quizá por eso distinguíamos llanamente lo que queríamos de lo que no nos gustaba. A veces los mayores no lo hacen. Los mayores a menudo olvidan que una vez fueron pequeños, como decía el Principito. Después, cerca de la hora de la cena, sólo nos quedaba ir a la tienda del tío Alfonso, para volcar en el mostrador de madera oscura y fuerte -como los de antes- todas las monedillas, que la tía Manuela, haciendo torres de monedas, nos ayudaba a contar y a repartir. Fuera como fuera, eran especiales las horas de pedir el aguilando, por lo de juntarse, por lo de cantar, por lo de reírse, por lo que la gente nos ofrecía, por las sonrisas que las personas nos daban y las risas nuestras, las de las travesuras, las de las anécdotas. Quizá el aguilando era el principio de la Navidad para los niños, porque ellos saben siempre lo que se celebra, captan el sentido de los momentos: por eso están alegres.

Yo a veces lo recuerdo, y me acuerdo de otras muchas cosas, y no sé si me excedo en tanto recordar... Eso sí, me pone alegre, lo hago y disfruto. Por eso veo con tristeza cuando las personas no pueden recordar, y sé que a ti también te pasa, ¿verdad? Todos tenemos alguien más o menos cerca... Bien pensado el recuerdo es un instrumento de alegría: en ausencia de la felicidad, siempre podemos recordar momentos felices. Se ve en el abuelo. La memoria es el sustento del buen porvenir, del futuro feliz. Lo digo yo. Por ahí dicen -con razón en cierto sentido- que la vida es el futuro, lo que está por hacer. Pero extrañamente servirá lo que está por hacer si luego no se tiene la dicha de poderlo recordar. Lo que se olvida, está pero se pierde. Los olvidados se desvanecen. Quienes olvidan... ¿sabes tú qué sienten?
_____
A todas las personas a las que la edad les roba a diario la memoria en una enfermedad
y a todos aquellos que no quieren recordar lo especial ignorando que un día, quizá, no podrán.
__________________________________________________

sábado, 18 de diciembre de 2010

Póliza

-Te quiero y te deseo.


-Yo también te quiero. Y te deseo mucho.


-¿Seguro?


-A todo riesgo y sin franquicia.

_________________________________

jueves, 16 de diciembre de 2010

Desafío inverso

Piérdeme.
Hazlo:
Vamos. Atrévete.
Valórame.
Preocúpate.
Deséame.
Escúchame.
Convénceme
de que soy para ti.
Ponme atención.
Nota tus entrañas agitándose.
Mírame.

Porque quizá hagas esto al fin
de una vez
si me pierdes.

________________________________________________

martes, 14 de diciembre de 2010

Desafío

Mírame.
Nota tus entrañas agitándose.
Ponme atención.
Convénceme
de que soy para ti.
Escúchame.
Deséame.
Preocúpate.
Valórame.
Vamos. Atrévete.
Hazlo:
Piérdeme.

____________________________

lunes, 13 de diciembre de 2010

Problema de matemáticas

Calcula el límite de tu piel

cuando mi tacto tiende al infinito.


________________________________________________

martes, 7 de diciembre de 2010

Miedo

-No me atrevo.

-¡No puede ser!

-Sí, no soy capaz, sé que no lo voy a lograr.

-¡No me lo puedo creer! ¿Tienes miedo?

-Sí, sí, ¡sí! No lo puedo remediar, esto no puede salirme bien.

-¿Cómo puedes tener miedo, si tienes corazón y palabras?

-A veces creo que es por eso...

-Sea como sea, es verdad que no todo es fácil, pero no olvides que eres un ser humano: estás programado para vencer -lo decía mientras se llevaba la mano a la cicatriz de su pecho.

____________________________________________

Levedad


Tan fácil como un nudo,

tan duro como un golpe,

tan corto como un segundo,

tan frágil como un suspiro.

Así huye la vida.

_____________________

Reuniendo todo esto, cada elemento, justo justo así, exactamente, sucedió todo.

Y ella, tan mayor, tan virgen, tan de todos y tan de nadie, eligió irse así hace algo más de un año.

_________________________________________________

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...