miércoles, 19 de diciembre de 2012

Cuando Zeus amontona las nubes


















 

Nada, ni el firmamento en Pegaso,
ni Afrodita prendada del herrero,
ni Ariadna saqueando el costurero,
ni musas de visita en el Parnaso,

ni Afrodita prendada del guerrero,
ni Dafne con Apolo que la admira,
ni Eurídice al jurar que no se gira,
ni el amor que no cabe ya en Homero.

Apenas Odiseo de remero,
un holocausto de aves en la pira,
la Délfica en su oráculo de sabia.

Solo la estampa pétrea de la rabia,
la muerte en los altares de la ira
y, en vano, Orfeo duerme al Can Cerbero.
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